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no todo lo que creemos perfecto es perfecto

martes, 15 de junio de 2010

15 de Junio

-Llegas 15 minutos tarde- le gritó Anthimor en cuanto M llegó.
-me distraje un poco- consiguió decir M.
Al entrar en el salón notó una oleada de calor proveniente de una chimenea central. El salón era muy distinto al de Damania y Ainos, sus paredes estaban teñidas de un color rojizo, había una moqueta a juego cubriéndolo todo, la altura del salón era muy grande, del techo colgaban tres lámparas de araña encendidas. A los lados, en las paredes, había estantes y armarios, llenos de libros, manuscritos, velas…
En el centro de la sala había una mesa rectangular la cual tenía en el centro el mismo signo del cinturón de Anthimor y a su alrededor seis sillas perfectamente colocadas.
En cada uno de las cuatro esquinas había un sillón color verde musgo y a los lados de la mesa dos sofás grandes del mismo color que los sillones.
La mirada de Anthimor era pensativa y expectante.
Siéntate- dijo Anthimor señalando un hueco en el sofá donde él se encontraba sentado.
M se sentó sin rechistar. ¿De quién es el colgante?- preguntó Anthimor señalando el cuello de M, este se miró el cuello y entonces se dio cuenta de que el collar que la ninfa le había dado había aparecido colgado de su cuello, se quedó pálido y no supo que contestar, la respuesta de que se lo habían regalado en sueños sonaba un tanto estúpida.
-es un símbolo muy raro-Anthimor lo tocó, de repente M vio como la mano de Anthimor brillaba al contacto del colgante- es un amuleto-dijo Anthimor- ¿para que sirve?- a Anthimor se le había quitado la cara pensativa y había puesta cara de curiosidad como si de un niño pequeño se tratase.
-con el puedo entender el idioma de las ninfas- se decidió a contestar M.
¿Puedo cogerlo?- siguió Anthimor.
A M se le hizo bastante difícil dejarle ese colgante a un extraño, pero finalmente accedió, se lo descolgó del cuello y se lo enseñó.
Era un colgante circular con una especie de cruz cortada por otra cruz terminada en flechas.
M, al rato se lo quitó de las manos y se lo volvió a colgar del cuello.
-bueno, te he llamado aquí para decirte que tu presencia aquí es temporal, te puedo enseñar a usar las manos para hacer magia, si quieres, ya que tu varita no la puedo arreglar, además este lugar esta muy lejos de cualquier sitio para que alguien como tú llegue con vida- dijo Anthimor volviendo a la seriedad de antes- bueno, ¿Qué me contestas?
M pensó detenidamente la respuesta, no quería quedarse en este lugar lúgubre y solitario más, pero por otra parte, él ya no tenía magia y si se iba debería enfrentarse a unos días de larga y dura caminata sin agua y sin comida.
-Me quedo- respondió M, sus palabras recorrieron toda la estancia, todo se quedó en silencio, un silencio incómodo. M pudo contar cinco o diez minutos antes de que su nuevo profesor se marchase y le dejase solo en aquella estancia, no sin antes comunicarle que mañana harían una visita por toda la torre.
M no pudo dormir bien pensando en el día que le esperaba mañana…

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