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no todo lo que creemos perfecto es perfecto

sábado, 16 de junio de 2012

Segundo capítulo de The Glee Project Dance Ability



Ya podemos disfrutar del segundo capítulo de The Glee Project, Dance Ability subtitulado en español. Para verlo solo tienes que pinchar en LEER MAS.

domingo, 27 de junio de 2010

27 de junio

M siguió su camino hasta el 5º donde se encontraba su cuarto.
Abrió el libro e intentó hacer el hechizo de nuevo, vio que le salía mejor que el día anterior. Después de conseguir romper un vaso y resquebrajar una silla sin acabar de romperla miró por la ventana y vio a Cumrus paseando por el jardín mientras hacía
Que las flores creciesen a su alrededor, aunque luego se marchitaban y Cumrus las maldecía como si de ellas dependiese seguir vivas cuando Cumrus pasaba adelante.
De repente Cumrus se dio cuenta de que M lo observaba y giró rápidamente hacia el interior de la casa.
M siguió con su entrenamiento hasta que alguien llamó a la puerta
- adelante-
Anthimor abrió la puerta, entró y se sentó en la cama de M.
Muy bien chico, ¿has leído las trece primeras páginas?
-si-
-haber lo que puedes hacer-respondió Anthimor.
M canalizó la energía en sus manos y la dejó fluir hasta el jarrón, que se hizo pedazos.
- muy bien, veamos, intenta romper el vaso- M volvió a intentarlo con el mismo éxito que la vez anterior, pero cuando llegó el turno de la silla y M intentó romperlo, no lo consiguió, la silla hizo un leve movimiento y luego se quedó en su sitio.
-bueno, me parece que debes descansar, date una vuelta por los alrededores- le recomendó Anthimor- si quieres salir de aquí a ensayar acuérdate de que hay varias salas de entrenamiento- y después e esto Anthimor se fue.
M le hizo caso y se fue a dar una vuelta por los alrededores.
Pronto vio que la casa estaba toda ella rodeada por árboles en un pequeño jardín que también incluía flores y césped, luego había una valla rodeándolo todo y finalmente un bosque después de la valla, por detrás de la torré había un bosquecillo de cuatro árboles en el que estaba Daryha tumbada en la hierba y leyendo un libro violeta, en el que ponía “artes mágicas avanzadas, para alumnos avanzados”
La elfa tocaba la hierba que a su paso también crecía como lo hacía con Cumrus, pero a diferencia de él ésta se quedaba, las flores parecían sonreír al contacto con la elfa, M miró como el cabello de la elfa se movía con el viento haciéndolo parecer olas del mar.
M volvió a entrar en la casa, y se dirigió al aula de entrenamiento que había al lado de la biblioteca. Esta vez, al no haber ningún jarrón, vaso u otro objeto que romper M tuvo que dispararles a los muñecos de entrenamiento.
Después de unas cuantas horas, M era capaz de explotar tres muñecos a la vez sin usar mucha energía, aunque los muñecos parecían no acabarse ya que se volvían a formar.
-sería mas difícil si los muñecos se movieran-parecía que los muñecos habían entendido lo que M decía ya que, se pusieron en movimiento.
M consiguió acabar con los tres en movimiento, miró por la ventana y vio lo alto que estaba el sol, entonces hizo que un reloj se le apareciese, estos eran bastante raros, no tenían números, sino que tenía unas manecillas que decía la hora que era y las cosas importantes que había que hacer, vio que la aguja estaba ya cerca de la hora de comer.
M se dispuso a irse cuando algo le llamó la atención en la oscuridad, M se quedó quieto mirándola, se le había congelado el corazón y sus piernas no respondían al ansia de salir corriendo de allí, de repente la sombra desapareció y M salió corriendo de la estancia, sudando y en dirección a la cocina.
Cumrus, Anthimor y Cledelia eran las únicas personas que se encontraban dentro de la cocina y que miraron a M cuando entró. M se sentó en una silla agotado.
-¿que te pasa chico?-preguntó Cledelia
-he agotado mis energías en el entrenamiento-es lo único que se le ocurrió decir a M.
Al rato llegaron Vielher acompañado por Daryha que se sentaron a comer, Vielher se sentó en otra mesa con Cledelia.
La comida fue silenciosa, nadie dijo nada, los primeros en terminar fueron Cledelia y Vielher que rápidamente se pusieron a hacer cosas.
M estaba acabando el postre de calabaza y setas cuando alguien llamó a la puerta. Un hombre alto le dio un paquete a Vielher y se fue, este se lo dio a Anthimor que lo hizo desaparecer instantáneamente.

jueves, 24 de junio de 2010

24 de junio

-¡despierta, no puedes quedarte dormido, baja a desayunar ya!- levantó una voz a M, la voz no era conocida, cuando abrió los ojos ya no había nadie.
Se vistió y bajó corriendo a la cocina, allí, sentados, encontró a cinco personas, Anthimor, Cledelia, un hombre mayor, un chico y una chica, los dos últimos algo más mayores que él.
-hola-saludó M con un tono de amargura y desprecio por lo pronto que le habían levantado.
Quedaba un sitio libre en el que M se sentó, esperó hasta que Cledelia le preguntara que quería desayunar, M no sabía que contestar, no sabía si quiera lo que había en aquella cocina.
Anthimor se levantó y entonces habló:
-M, si quieres comer tendrás que hacerte tu mismo las cosas, esto es un ejercicio muy sencillo, lo único que tienes que hacer es pensar en lo que quieres e inmediatamente saldrá en tu plato para que Cledelia lo cocine-
Las palabras de Anthimor sonaron reconfortantes e inmediatamente pensó en un par de tostadas, de repente dos tostadas aparecieron ante él, pero acto seguido desaparecieron, dejando tras de sí unas pocas migas únicamente.
-¿queee?-preguntó M sorprendido al ver su desayuno desaparecer.
-veo que has usado la mayoría de la energía de tu cuerpo y que además no sabes canalizarla- dijo el chico con una sonrisita irónica que enfadó a M.
Los dos jóvenes se levantaron de la mesa y Mpudo ver como, en la chica, unas orejas un tanto extrañas, acabadas en punta sobresalían de su pelo castaño y liso.
M sabía leído historias sobre eso, los elfos, pero nunca había visto uno, ni siquiera sabía si eran reales o no, normalmente se decía que se escondían en los bosques y que no les gustaba mucho la presencia de otras criaturas.
Son dos alumnos más, están por el nivel 4º, el último, aunque el chico ya debería de haberse marchado le suspendí en el último examen-dijo Anthimor.
M se había fijado que los dos llevaban una capa de color dorado con las mangas, el cinturón y el final negro.
M miró a Anthimor, no sabía que allí se tuvieran que hacer exámenes.
-sus nombre son Cumrus y Daryha, no creo que les caigas muy bien, la compañía de otras personas no les gusta mucho, este es el mayordomo, Vielher, él te despertará todas las mañanas-
Hola- dijo el mayordomo y M por fin descubrió la voz que le había despertado.
Al conseguir desayunar una tostada, L corrió a su habitación, por el camino se encontró a la elfa, que con una leve sonrisa y un suave movimiento desapareció.

miércoles, 23 de junio de 2010

Cayó la noche y el siervo se encontró con el señor…
-¿has matado ya al chico?-insinuó un hombre desde las sombras al que no se le distinguía.
-no mi señor, usted lo quiere vivo-respondió otra voz más atrás.
-¿y donde está?-
- he perdido su rastro, un mago blanco se lo ha llevado con él cuando lo iba a capturar, pero, el muchacho es aún muy débil para huir de mis poderes, aún puedo notar su presencia aunque no sepa dónde está- la voz de ese hombre le era familiar…
M se despertó sobresaltado, seguía en la cama de la torre y, por la ventana se podía distinguir la luna junto a un montón de estrellas. El viento glaciar proveniente de las ventanas le helaba los huesos, en un instante aparecieron dos hermosos cristales con decorados de unicornios alrededor en las ventanas, M no quiso adivinar como había ocurrido, tenía mucho sueño…
-M despierta…- su voz susurraba a su oído como una brillante y bella melodía, que le impedía pensar en otra cosa que no fuese la voz de Anithsir…su ninfa…
Abrió los ojos, el bosque se había transformado, ya no corría agua por el río, los árboles lloraban lágrimas de madera sin dejar escapar una gota de agua, no había césped, sino tierra y hojas secas, la roca en la que se sentaba Anithsir estaba rota por la mitad.
-¿que está pasando?-preguntó M, sin poder de dejar de mirar a su alrededor.
-salva nuestro mundo, las ninfas mueren y yo con ellas…- sus palabras llegaron al corazón de M y le repercutieron hasta lo más hondo, donde se lo partieron como la piedra estaba partida delante suya, Anithsir muerta, no podía imaginarlo…
-¡despierta! ¡Empieza la tarea!- M se despertó sobresaltado, delante de él estaba Anthimor, serio, elegante y con la misma túnica del otro día o por lo menos una igual.
-ponte esto-le dijo a M ofreciéndole una túnica de color blanco.
-es el color puro, el color del principiante, del que no tiene nada dentro de momento-M se la puso sin rechistar, bajaron las escaleras de caracol hasta abajo.
-esto es la entrada- dijo señalando a una pared, M no se había fijado, pero en ningún sitio había puerta de entrada.
-es mágica, está hechizada-dijo Anthimor con una leve pero agradable sonrisa que M no había visto en nadie desde hace unos días, quizá semanas.
Le enseñó la cocina, donde había una mujer muy bajita que, por el vello en la cara y su estatura, M adivinó que se trataba de una enana.
-ella es la cocinera, se llama Cledelia- ésta le miró y le dirigió una gran sonrisa.
-hola, mi nombre es M- M no le devolvió la sonrisa, se limitó a observarla de arriba abajo hasta que Anthimor lo tomó por el brazo y lo empujó para continuar con la visita.
se plantaron delante de las 2 puertas que había visto la vez anterior, abrió la 1ª, había una gran sala toda llena de libros, algunos en las estanterías y otros que descansaban en repisas de cristal, también había una mesa llena de atriles para apoyar los libros.
-esta es la biblioteca- esperó a decir Anthimor- aquí puedes venir siempre que quieras a consultar cosas.
Salieron de la sala y entraron en la de al lado esta era una gran sala verde (no como la anterior, roja como el salón en que le había citado Anthimor la primera vez), sin ningún mueble y con unas máquinas al fondo, además de un circulo blanco en el centro.
-esta es la sala de ensayos, aquí ensayarás las lecciones que yo te obligue a aprender-M se quedó mirando a Anthimor, pero éste no le respondió la mirada.
Siguieron por toda la casa, algunas habitaciones estaban cerradas y no entraron.
Finalmente llegaron al último piso, donde estaba el estudio de Anthimor, dónde M se quedó esperando fuera. Al rato Anthimor llegó con un gran libro azul, en el que ponía “estudio de la magia para iniciados”, se lo ofreció a M y le dijo:
-quiero que te lo leas hasta la página 13-M no rechistó, cogió el libro y salió en dirección a su cuarto.
Por la noche bajó a cenar, la cena estaba lista. Había dos platos hondos con dos líquidos parecidos a un puré de color violeta y, al lado una masa de algo parecido al pan sin hacer.
M se sentó en la mesa:
-la primera sopa es de raíz de siciliorsca y la otra de pasta de grews, un animal mágico. El pan es pan élfico- explicó Anthimor.
M comió hasta no dejar nada en el plato, de postre había fresas que M comió gustosamente.
Finalmente, recogió su plato y subió a su habitación sin despedirse antes de Cledelia.
Abrió el libro por la primera página, una nube de polvo salió del libro hacia la nariz de M que rápidamente lo sopló y fue a posarse en el suelo, para luego desaparecer con el hechizo de limpieza que estaba puesto por toda la casa como le había explicado Anthimor.
El libro hablaba sobre la historia de la magia y de cómo concentrar la energía en las manos para conseguir la potencia necesaria para cada hechizo.
El primer ejercicio parecía sencillo, había que concentrar energía en las manos y soltarla hacia algún objeto para romperlo.
M empezó por intentar romper un jarrón que había cogido anteriormente del baño. Las primeras veces no pasó nada, después de un rato intentándolo y con la energía bastante gastada, M pudo comprobar como el jarrón se movía y le salía una brecha. Le estaba costando mas de lo que pensaba, finalmente, agotado, echo toda su energía hacia el jarrón y, para su sorpresa, ¡ el jarrón cayó al suelo echo añicos!, M había acabado con todas sus fuerzas y se tiró a la cama agotado, pero con una sonrisa en la boca, mañana seguiría practicando.


El corazón de Ainos iba cada vez más rápido, ¿como les habían descubierto?, deseaba que su mujer Damania no corriese peligro. Se paró en medio de una llanura rodeada de árboles, aún se preguntaba como había pasado…
El hombre de negro se había vuelto a presentar en su casa preguntando por el chico…
-no sabemos dónde está, se fue- respondió Damania esquivando hechizos y maleficios.
-¡Ainos, corre, deja que yo me encargue de él! ¡HUYEEE!- Damania lanzó u hechizo a Ainos que, inmediatamente, salió volando por la puerta…lo que recordaba luego es estar corriendo durante un día sin descanso.

martes, 15 de junio de 2010

15 de Junio

-Llegas 15 minutos tarde- le gritó Anthimor en cuanto M llegó.
-me distraje un poco- consiguió decir M.
Al entrar en el salón notó una oleada de calor proveniente de una chimenea central. El salón era muy distinto al de Damania y Ainos, sus paredes estaban teñidas de un color rojizo, había una moqueta a juego cubriéndolo todo, la altura del salón era muy grande, del techo colgaban tres lámparas de araña encendidas. A los lados, en las paredes, había estantes y armarios, llenos de libros, manuscritos, velas…
En el centro de la sala había una mesa rectangular la cual tenía en el centro el mismo signo del cinturón de Anthimor y a su alrededor seis sillas perfectamente colocadas.
En cada uno de las cuatro esquinas había un sillón color verde musgo y a los lados de la mesa dos sofás grandes del mismo color que los sillones.
La mirada de Anthimor era pensativa y expectante.
Siéntate- dijo Anthimor señalando un hueco en el sofá donde él se encontraba sentado.
M se sentó sin rechistar. ¿De quién es el colgante?- preguntó Anthimor señalando el cuello de M, este se miró el cuello y entonces se dio cuenta de que el collar que la ninfa le había dado había aparecido colgado de su cuello, se quedó pálido y no supo que contestar, la respuesta de que se lo habían regalado en sueños sonaba un tanto estúpida.
-es un símbolo muy raro-Anthimor lo tocó, de repente M vio como la mano de Anthimor brillaba al contacto del colgante- es un amuleto-dijo Anthimor- ¿para que sirve?- a Anthimor se le había quitado la cara pensativa y había puesta cara de curiosidad como si de un niño pequeño se tratase.
-con el puedo entender el idioma de las ninfas- se decidió a contestar M.
¿Puedo cogerlo?- siguió Anthimor.
A M se le hizo bastante difícil dejarle ese colgante a un extraño, pero finalmente accedió, se lo descolgó del cuello y se lo enseñó.
Era un colgante circular con una especie de cruz cortada por otra cruz terminada en flechas.
M, al rato se lo quitó de las manos y se lo volvió a colgar del cuello.
-bueno, te he llamado aquí para decirte que tu presencia aquí es temporal, te puedo enseñar a usar las manos para hacer magia, si quieres, ya que tu varita no la puedo arreglar, además este lugar esta muy lejos de cualquier sitio para que alguien como tú llegue con vida- dijo Anthimor volviendo a la seriedad de antes- bueno, ¿Qué me contestas?
M pensó detenidamente la respuesta, no quería quedarse en este lugar lúgubre y solitario más, pero por otra parte, él ya no tenía magia y si se iba debería enfrentarse a unos días de larga y dura caminata sin agua y sin comida.
-Me quedo- respondió M, sus palabras recorrieron toda la estancia, todo se quedó en silencio, un silencio incómodo. M pudo contar cinco o diez minutos antes de que su nuevo profesor se marchase y le dejase solo en aquella estancia, no sin antes comunicarle que mañana harían una visita por toda la torre.
M no pudo dormir bien pensando en el día que le esperaba mañana…

sábado, 12 de junio de 2010




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12 de junio

Al rato alguien llamó a la puerta.
¡Adelante!- M se tumbó en la cama y se subió las sábanas a la altura del cuello, dejando sólo al descubierto la cabeza y uno de los brazos.
El desconocido entró, era un hombre de unos cuarenta años, vestía con una túnica verde que, al entrar onduló suavemente. Las facciones de su cara eran grotescas y tenía bastantes arrugas. El hombre no hizo ningún movimiento ni pregunta y M finalmente se enderezó, la cara del hombre le miraba fijamente y no tenía ninguna muestra de alegría, más bien parecía bastante furioso.
-hola- se decantó por decir el extraño- me llamo Anthimor, dueño y señor de la torre negra de Fasmion.
M se quedó contemplando al hombre mientras éste se acercaba.
-dime, ¿tu varita es aquella de la bolsa?- preguntó Anthimor
-si…- respondió M sin prestarle mucha atención.
Anthimor se acercó hasta ella, la cogió y estuvo un buen rato observándola. Finalmente se giró hacia M y preguntó:
-y bien, ¿me podrías decir como se te ha roto?-M parecía sorprendido ante el interés de Anthimor por su varita, tampoco quería que Anthimor se inmiscuyera en asuntos que no le importaran.
-No lo recuerdo, lo único que recuerdo es que en el bosque me caí y alguien me cogió- M no pudo evitar preguntar cuanto tiempo llevaba en este lugar, lo único que sabía es que, por el olor que su cuerpo desprendía llevaría mas o menos una semana.
-has estado 5 días inconsciente, lo único que repetías era el nombre de una tal Anithsir, ¿es algún familiar tuyo?
M no respondió, como pensó antes, a aquel viejo que no conocía de nada no le iba a detallar nada acerca de su vida, se limitó a mirar la extraña túnica verde que le había estado llamando la atención; estaba decorada con una serie de signos en las muñecas y tenía un cinturón a juego, en el que el signo de la hebilla era un tanto extraña, se trataba de un círculo cruzado por dos serpientes todo situado bajo una estrella de cinco puntas dorada.
-bueno… veo que no quieres hablar, en tal caso, te diré que ya estas recuperado y que quiero verte abajo en 40 minutos, te dejo tiempo para ducharte, el baño está al salir a la derecha.- después de decir esto, Anthimor salió de la habitación y desapareció en la oscuridad.
M se quedó un rato mirando las dos telarañas del techo y, finalmente, decidió bajar. Se dio una ducha de agua fría para despejarse, se vistió con unos vaqueros y una camiseta roja, regalo de Damania y bajo por las escaleras.
Estas estaban colocadas en espiral y, a los lados había largos pasillos llenos de puertas. Las paredes de la torre estaban echas con piedra que, a pesar de no hacer frío estaban húmedas, frías, viejas y deterioradas.
Finalmente llegó abajo, había una especie de hall con dos pasillos y una puerta donde se encontraba la cocina, detrás del hall y a la derecha de las escaleras había otra puerta que daba a un amplio salón donde pudo distinguir la figura de Anthimor sentada en un sillón.