M

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no todo lo que creemos perfecto es perfecto

lunes, 7 de junio de 2010

7 de julio

“Solo vengo a por él”- dijo señalando a M.
M vió como Damania hacía un rápido movimiento de muñeca que desencadenó una gran ráfaga de hielo que, combinada con los miles de cristales del suelo hicieron que el intruso desapareciera dejando tras de sí el desorden de la cocina.
M se quedó atónito y temblando, había visto a ese hombre, en algún lugar, no sabía dónde...
¿Estas bien?-dijo Damania mirando la cara de M.
M no supo que contestar, sus mejillas, antes sonrojadas por la conversación sobre Anitshir, se habían vuelto de un color blanco, sus pupilas se habían dilatado, dos grandes gotas de sudor recorrían su cara, el corazón le palpitaba con fuerza como queriendo escapar de la jaula de su cuerpo, los músculos no le respondían y notaba como si se fuera a caer.
Ainos, viendo el aspecto de M atrajo una silla hacia él haciendo que M se desplomase y haciendo que cerrase los ojos debido a la molestia del pelo. Damania lo miró preocupada y enseguida supo lo que le estaba pasando.
¡Ainos!- grito desesperada- ¡coge el tarro de sirdio!, ¡Le han echado un maleficio!
Ainos corrió hacia el último estante, miró de reojo a M que, ahora tenía los ojos en blanco y la boca abierta cogiendo grandes bocanadas de aire como si se estuviera ahogando.
Lanzó el bote a Damania quien, con un fuerte y rápido golpe lo rompió y cogió alguna de las hojas que había.
Subieron a M a la habitación y tumbado M, empezaron a calentar mediante magia las hojas que, incineradas desprendían un olor que mareaba a quien lo oliera.
Damania acabó de pronunciar el conjuro y ella y Ainos se fueron de la habitación dejando solo a M.
Bajaron al salón y se sentaron en el sofá derecho.
¿Qué crees que le ha pasado?- preguntó Ainos con un tono de nerviosismo aún presente en su voz.
Un hechizo aturdidor mediante la mirada, ese hombre era muy fuerte, lo noté en cuanto llegó, mi magia no le ha hecho irse, se ha ido por su cuenta.
¿Debemos llamar a Anthimor?- el tono de Ainos reflejaba una seriedad absoluta
La mirada de Damania demostró odio ante la pronunciación de aquel nombre, pero al final accedió.
Llama tú- dijo Damania con un nudo en la garganta- no sería capaz de volver a oír su voz...

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